Se abren nuestras rosas.
Uno mano está sobre la otra
colocadas en el corazón.
Dentro del pecho, la piel no es barrera.
Las líneas de las manos abren paso
hacia el candor del espíritu
que jamás nos miente.
Caminando con firmeza
estamos en el mismo rumbo,
con diálogo adecuado.
Por fin, se abren nuestras rosas.
Oscar Néstor Galante.
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