En la cárcel de mi cuerpo.

Hay aleteo de golondrinas en mis arterias.

Escucho su murmullo.

Hasta lo puedo palpar desde mi piel.

Trémulas, intentan volar

pero es inútil

están cubiertas y se estrellan contra mis tejidos.

¿ Alguien podrá hacerlas salir?

Si eso fuese posible lograrían

ser felices y volar en libertad.

Mas la cárcel de mi cuerpo

está prieta y no lo permite.

Busco ayuda y no la encuentro.

Sonreímos.
Me sonríes y respondo.

No sonrías que nos miran

pues nos sonreímos.

Así somos y ahuyentamos

las pesadumbres odiosas.

Porque las certidumbres

son numerosas y

no nos abandonan .

Enérgicas se imponen.

y triunfan en nos.

Por eso sonreímos

los dos, a pesar

de tantas cosas.



Oscar Néstor.

Sin las huellas.





A mi lado ya treinta años
con dos hijos y nuestro amor.
A mi lado, como siempre
en la dicha y en el dolor.

Ahora que miro el camino
no veo tus huellas, sí las mías.
¿Será acaso que no las veo
pues te llevo en mis brazos?

Oscar.